Nuestra Señora del Camino: Patrona de la Compañía de Jesús
P. Benjamín Crespo SJ
La devoción a María tuvo una especial y particular relevancia en Ignacio de Loyola a lo largo de toda su vida. Ignacio se refiere en su libro de los Ejercicios Espirituales a la Virgen María como a “Nuestra Señora”. A ella le encomendó siempre su peregrinar hacia Jesucristo. Su oración continua era pedirle “que le quisiese poner con su Hijo”.
Los hechos más importantes quedarán siempre enmarcados en su devoción a la Virgen en sus diversas advocaciones: Olatz, Aránzazu, Montserrat, Virgen de los Dolores, Montmartre, un mosaico de la Virgen del siglo XIII en la Basílica de San Pablo extramuros y, finalmente, Nuestra Señora del Camino, que celebramos cada 24 de mayo, y recordamos con amor y gratitud y cuyo retrato original se encuentra en nuestra Iglesia del Gesú, en Roma, en una pequeña capilla lateral, al lado izquierdo del altar.
Imagen original de la Madonna della Strada en su capilla en la Iglesia del Gesú en Roma
En los primeros tiempos de la Compañía de Jesús, desde febrero de 1541 hasta septiembre de 1544, Ignacio y los primeros compañeros vivieron en Roma en casas alquiladas. Después pasaron a ocupar la que se estaba construyendo junto a la pequeña Iglesia de Nuestra Señora de la Estrada (Santa María del Camino). Ésta tenía un hermoso cuadro de la Virgen que recibía culto desde tiempos antiguos. La imagen original es obra de autor anónimo de la escuela romana, hecha entre los siglos XV y XV. Ignacio celebraba la Misa, todos los días, en el altar de Nuestra Señora del Camino. Y en esta casa pasó el resto de su vida.
Antes de que la Compañía de Jesús obtuviera la aprobación de la Santa Sede, Ignacio de Loyola y sus compañeros fueron apreciados y admirados por su celo apostólico y buenas obras. La localización de los primeros jesuitas era una pequeña iglesia dedicada a Nuestra Señora del Camino (Madonna della Strada), donde Ignacio y varios de sus compañeros a menudo predicaban y celebraban misa.
La Iglesia y la casa se encontraban en la plaza del Gesú y fue entregada a la Compañía de Jesús el 24 de junio de 1541 por el Papa Paulo III. Fue la primera Iglesia de la Compañía de Jesús. La Iglesia fue construida entre 1568 y 1584 y conservó en su interior la Capilla de Nuestra Señora del Camino. La Madonna della Strada, o Nuestra Señora del Camino, es la Patrona de la Compañía de Jesús y ante ella, tanto Ignacio de Loyola como los otros fundadores de la Compañía oraban permanentemente. Pronto, Nuestra Señora del Camino atrajo la devoción de los primeros jesuitas y de muchos fieles.
Esta celebración nos ayuda a recordar a los jesuitas que somos peregrinos, al estilo de Ignacio “el peregrino”. En 1568, el Cardenal Alessandro Farnese comenzó la construcción de la Iglesia del Gesú de Roma, la Iglesia madre de los Jesuitas, en lugar de la iglesia donde se exhibía el icono, «Madonna della Strada». Concebida por vez primera en 1551 por Ignacio de Loyola, el Gesù fue también la casa del General Superior de la Compañía de Jesús hasta la supresión en 1773. Desde allí Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, escribió sus cartas, compuso las Constituciones, recibió visitas y murió el 31 de julio de 1556. El cuerpo de Ignacio fue enterrado en esta iglesia con gran devoción de todos.
La Imagen de la Virgen del Camino fue coronada canónicamente en 1638, y es muy venerada por los fieles que la visitan. Dicho acto fue repetido en 1885. Ella es para la Compañía de Jesús la memoria de sus comienzos. A causa de esta veneración el Papa León XIII, en 1890, concedió a los jesuitas la fiesta litúrgica de la Virgen del Camino o della Strada, con misa propia para el 24 de mayo. Como la Compañía de Jesús se propagó por todo el mundo, la imagen y el nombre de Madonna della Strada se propagó también.
Muchas capillas jesuitas han sido nombradas Madonna della Strada, ayudando a fortalecer aún más los lazos de la Compañía de Jesús a la devoción a la Virgen del Camino. Hoy, que celebramos una vez más su fiesta jubilar, oremos a nuestra Señora del Camino, para que nos ayude a vivir nuestra fe con profundad sencillez de vida. Hoy nos reunimos con ella para orar para que nos lleve a Jesús.
Virgen del Camino, Madre de Jesús y Madre nuestra,
que dijiste SI al Señor que te habló por el ángel (Lc.1,38-39)
y te pusiste en camino, presurosa, para visitar a tu prima Isabel,
enséñanos la alegría de servir con amor a nuestros hermanos.
Tú, que hiciste el camino de Belén (Lc.2,4-7)
en compañía de tu esposo José,
para dar a luz en la humildad de un pesebre,
da alegría a nuestras familias en la sencillez cotidiana,
y enséñanos a valorar y defender la vida desde su concepción.
Tú, que conociste el camino del exilio (Mt.2,13-15)
protege a tantos desterrados en su propia tierra
porque no tienen trabajo ni vivienda digna.
Tú, que en el camino de Jerusalén
no encontrabas a tu hijo adolescente (Lc.2,43ss)
ilumínanos cuando Jesús se nos pierda por la duda,
y acompaña con tu amor el crecimiento de nuestros niños y jóvenes.
Tú, que seguiste a Cristo por el camino de la cruz,
sostén con tu amor de madre a todos los que sufren
y enséñanos a compartir las penas y alegrías,
los gozos y sufrimientos de nuestros hermanos. (Jn.19,25-27).
Tú, que fuiste testigo de la resurrección de Jesús,
ayúdanos a vivir resucitados.
Tú, que acompañaste en la oración a la Iglesia
que iniciaba su camino en Pentecostés (Hechos 1,14),
sé nuestra fuerza en el camino de la vida
y enséñanos a recorrerlo en la caridad fraterna.
Ruega por nosotros, caminantes, peregrinos,
santa Madre de Dios, amén.