Homilía de Nochebuena y Bendición por Navidad
HOMILIA DE NOCHEBUENA 2023
CARLOS CARDÒ FRANCO S.J.
Si el «Evangelio» hubiese sido escrito por un historiador o por un periodista no nos habría relatado más que un suceso intrascendente y chocante: una muchacha galilea no pudo hallar sitio en las posadas de Belén y tuvo que ir a dar a luz en un lugar que ninguna señora hubiese escogido. Pero el Evangelio es otro tipo de literatura y se escribe para hacer ver que el Niño que nace será una gran alegría para todo el pueblo porque es el Salvador del mundo. El suceso puro y simple que tiene que narrar el historiador y al que debe ceñirse el periodista “creíble” tiene en el Evangelio menos importancia que el significado de lo que ocurrió. Y es siempre un significado que nos conmueve y nos cambia: en el caso de la Navidad es que si queremos ver a Dios, tenemos que mirar a ese Niño. Lo real es invisible.
Pero influenciados por el materialismo del mundo actual nos acostumbramos a ver sólo la apariencia de lo que pasa y muere, dejamos de ver a Dios y lo que Él hace por nosotros. Nuestra visión chata y superficial de la realidad nos lleva a vivir una vida en la que la religión cuenta cada vez menos.
No nos podemos resignar a esa forma de mirar la vida. La fe nos hace fiarnos de ese Dios que se hace presente en un Niño pequeño y realiza su obra desde la pobreza y el silencio.
La fe, instruida por el Evangelio, nos hace apreciar aquello que vieron los pastores aquella noche, en la que para ellos brilló la gloria del Señor y la tierra se llenó de paz. Se disipó la oscuridad y brilló la luz de la presencia de Dios con nosotros. No se dejó ver en un suntuoso palacio como el de Herodes o el del César de Roma, ni en el majestuoso templo de Jerusalén donde actuaban los Sumos sacerdotes, ni en la casa del comandante supremo del mayor ejército del mundo, o en las inmediaciones de la más prestigiosa universidad de Atenas.
No quiso que, viendo estos resplandores mundanos, la gente quedase de tal manera impactada que no tuviese más remedio que hincar la rodilla, someterse y adorar. No fue así. Los judíos esperaban señales de poder y riqueza; los griegos buscaban sabiduría y no fue así. Dios vino en un niño pobre y desvalido, Dios habló en un lenguaje que sólo los pastores y los que se hacen pobres y niños lo pueden entender.
Debemos adquirir el modo de ver las cosas propio del género «evangelio», ver lo que sucede de verdad, aunque los ojos no lo capten. Dios está con nosotros, aquí, en esta tierra nuestra tan maltrecha, ingrata y a veces tan inhóspita. Dios se hace presente y actúa así, aunque la mente se escandalice. Vemos a un recién nacido, una jovencita, un artesano y unos pastores, un burrito y un buey. No vemos a Dios Liberador, no vemos a Emmanuel Dios con nosotros. Hay que tener otros ojos, los de la fe.
Y así, la Navidad nos cambia. Cambia nuestra manera de mirar y cambia nuestro modo de proceder porque nos hace la vida diferente. Nos dice: «Cambien porque ya está aquí el Reino de Dios». «Conviértanse», den la vuelta, cambien de rumbo, vayan por otro camino en la vida, diríjanse a Dios tal como Dios se deja ver en Navidad.
La Nochebuena nos hace oír LA NOTICIA: «El reino de Dios está aquí«. Lo que va a reinar en el mundo no es la injusticia, la desgracia, la muerte, la ausencia de Dios. El Niño que nace para nosotros hoy nos asegura que este mundo puede llegar a ser «EL REINO». Los símbolos de que está llena esta noche santa nos lo hacen ver: las posadas están repletas, unos pastores cuidan sus rebaños al aire libre, un carpintero con su mujer encinta buscan en un establo donde pasar la noche y esperar el parto que está por ocurrir. Pero todo cambia porque Dios viene. La noche se ilumina con el gozo de la gloria del Señor. Y aquellos pastores, gente humilde y sin instrucción, intuyen por una señal de lo alto que la alegría es posible, la alegría de todo el pueblo porque un niño les ha nacido, un hijo se les ha dado, lo hallarán envuelto en pañales como cualquier recién nacido y colocado en un pesebre porque su madre no pudo hallar mejor lugar para él.
La Navidad nos hace ver a Dios donde nuestros ojos no lo ven. No es nada fácil ver a Dios en el niño que ha nacido. Porque sabemos ya por la fe quien es este niño, lo podemos ver como el Salvador del mundo. Porque ya sabemos quién es, creemos en el Niño del pesebre. Es igual con la vida y con el país y el mundo actual: nos parece difícil, imposible incluso, ver la presencia y el actuar de Dios en lo que los ojos ven: tanta injusticia, tanto dolor de inocentes, tanta pobreza, tanto sin-sentido… Y así es, al revés. Primero creemos en Dios y después se nos ilumina la noche de la vida con esa fe.
Por eso, el mayor símbolo de la Navidad es la luz que brilla en la noche, la luz que descubren los sencillos, no los sabios y entendidos, ni los poderosos y los ricos pagados de sí mismos, que no ven nada ni dejan que pase nada. Ellos no se enteran, son como Herodes. Y si lo hacen creerán que éstas son ideas peligrosas que habrá que destruir.
Pero no lo podrán porque el valor de estas ideas está sembrado en el corazón de los hombres y mujeres que ama el Señor, hombres y mujeres que llevan por todas partes el anuncio gozoso de que el Reino de Dios dentro de nosotros está, en el corazón está presente ya nuestro futuro. La noche seguirá oscura un tiempo que sólo el Padre conoce, seguirá habiendo hambre, dolor y desgracia, nos seguiremos equivocando, haciendo cosas que no hacen bien; seguiremos andando como a tientas en la noche, pero nos mantendremos firmes como quienes ven al Invisible (Heb 11, 27), como quienes ven más y ven las cosas verdaderas. La luz con que ven es Jesús que nace en Belén.
BENDICION DE NAVIDAD
Que Dios renueve tu esperanza en esta Navidad, te libere de lo que te preocupa o angustia y te conceda capacidad de silencio para orar en esta noche santa. Orar, sí, sin desfallecer y a sabiendas de que no sabemos orar.
Que Dios te dé la gracia de asombrarte profundamente por la maravilla del nacimiento de su Hijo Jesús en el pesebre de Belén de modo que puedas animar a la fe a los que la han perdido, despertar las ganas de vivir a los que ya no tienen esperanza, y motivar la generosidad de los que no saben amar.
Que Dios te acompañe con la luz de la Nochebuena cuando te vengan días oscuros. Y que en los días buenos, sin perder tu paz y tu inquebrantable confianza, permitas que resuene en tu interior el lamento de este mundo nuestro, el llanto de los que han sido arrancados de sus hogares por la persecución, la guerra, las enfermedades, los desastres naturales o la falta de oportunidades.
Que en esta Navidad, día privilegiado para dar gracias a Dios por nuestros niños, nos movamos a darles lo mejor de nosotros. Ellos son nuestras más hondas fuentes de esperanza. Ellos llevan consigo la promesa de que la convivencia humana sea mejor en un futuro más humano, en paz y bienestar para todos. Al mismo tiempo, no dejes de agradecer el infinito e invalorable regalo que son o han sido para ti tu madre, tu esposa, tus hijas, tus hermanas, y ruegues con toda la fuerza de tu corazón para que cese ya la violencia contra los niños y contra la mujer, el maltrato, el acoso, la violación, los secuestros, la trata de personas y el comercio de la pornografía, crímenes horrendos que degradan la condición humana en el mundo.
Que en esta Navidad ninguna persona se sienta sola ni sufra en el aislamiento que genera depresión. Que nadie padezca por el desamor, la calumnia, la murmuración y la maledicencia. Que te sientas cercano a los que han sido abandonados por su familia, los que sufren la humillación de la falta de trabajo, la desesperación por no encontrar la salida para los suyos. Que no dejes de encomendar al Señor a los encarcelados, emigrados, desterrados, a los que sufren la enfermedad de la adicción al alcohol, las drogas o la ludopatía.
Que en esta Navidad te dejes llevar por el Espíritu hasta ese lugar misterioso y profundo donde te encuentras a solas con tu Padre Dios y te dejas abrazar por él hasta mezclar sus lágrimas y las tuyas derramadas por el sufrimiento del mundo y ahí, justo ahí, llegue el consuelo y la paz de Navidad.
Que Dios restaure las relaciones que dañaste y te lleve a reconciliarte contigo mismo y con los demás. Que Dios te dé decisión firme y valentía, fantasía y creatividad para que puedas ayudar a otros a sentir la alegría de Navidad.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Procesión de inicio de la Misa de Nochebuena, 24 de diciembre de 2023.